¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
Maria Madre y Maestra: La Fuerza de la Oración
Dice Maria: (Maria Madre y Maestra, Vol. 1) “Mis hijos, yo estoy aquí con ustedes para darles luz, fe, comodidad y ayuda.
Ustedes son tan queridos para mi corazón de madre y quiero mostrarles, aunque brevemente, cual debería ser su misión.
Ustedes están aquí para escucharme y aprender. Yo estoy aquí para instruirles.
Hijos, ¿alguna vez han observado ustedes lo que una madre hace en una familia?
Pues, hay niños grandes y pequeños, limpios y no aseados, buenos y malos; la madre mantiene un ojo sobre todos ellos y atiende a todos y para poder cumplir con su misión deja que los mejores la ayuden.
Su tarea es arreglar todo lo que está arruinado, mimar la pequeña herida donde hay lagrimas, lavar lo que esta sucio.
Lo que hacen las madres con las cosas materiales, lo hago yo con las cosas espirituales. El mundo es una gran familia de Dios, donde el mal que arruina las almas serpentea.
Yo paso por ahí, lo arreglo, lo reparo y si es necesario le cambio la ropa a mis hijos.
Yo actúo para que de sus corazones y ojos broten abundantes lagrimas de tristeza y contrición, con las cuales yo lavo sus almas embarradas por el pecado.
Sin embargo, yo necesito el trabajo de ustedes y sus oraciones, ya que son la extensión de mis brazos y sólo puedo llegar lejos con su ayuda.
¿Creen ustedes que eso es imposible y que no podemos alcanzar a todo el mundo?
No, la oración es una fuerza que permite que Dios entre en los hombres; Su inmensidad con la oración está abierta para ustedes y se alcanzan los más lejanos lugares de la tierra.
¿Quizás digan que ustedes son pocos? Nunca lo digan, ya que les aseguro que es suficiente para sólo un hombre resolver, pagar, reparar en nombre de miles de pecadores.
Sería suficiente sólo un grupo de oración donde la caridad del Señor verdaderamente reposa para salvar toda una nación.
Por lo tanto, nunca digan que ustedes son pocos y no digan que el mal es inmenso, ya que estoy con ustedes y podemos dar en intensidad lo que no tienen en números ¿No han visto cuanto ha podido hacer ese hijo mio, Padre Pío, con su oración y sufrimiento? Cuántos fracasos espirituales ha reparado él, cuántos pecadores hizo que entraran de nuevo al camino recto con sólo una palabra, con un gesto, con una sonrisa, con una mirada y con mucho sufrimiento.
Ustedes sólo necesitan aumentar su santidad.
En vez de decir: “ Cuánto mal hay en el mundo”, siempre digan: “Yo quisiera hacer, deseamos hacer mucho bien”.
Por lo tanto, comprometance, día tras día, en una obra de perfeccionamiento que, eliminando el mal en ustedes mismos, los hace deseosos de mejorarse a si mismos y de ascender, ascendiendo a la cima, hasta emulando a los santos que les han precedido.
Permitan que la bondad, caridad, fe, humildad sean las virtudes sobre las cuales ustedes insistan persistentemente por más para poder ser victoriosos sobre ese mal que tiene nombre, yo diría casi colectivo, ya que es como una masa de muchos defectos: egoísmo, y ustedes verán que poco a poco ustedes triunfarán sobre ustedes mismos y ustedes llevarán a todo el mundo al bien.
La comunidades religiosas serán santificadas y se convertirán en oasis de arboles, donde mi Jesús se encontrará en paz con sus santas novias.
Las parroquias serán verdaderas familias del pueblo de Dios, y todas la familias cristianas serán copias de la familia de Nazaret o de Betania, donde la inocencia y penitencia se dieron las manos para glorificar a Dios.
Mis hijos, tan queridos por mi corazón de Madre, los bendigo, y le doy mis bendiciones dondequiera.”
Maria Madre y Maestra (Ingles)
Los pensamientos, las reflecciones y las meditaciones de estos folletos fueron inspirados por la Santísima Virgen María a Carmela Negri Carabelli. Permiso del CENACOLO DELLA DIVINA MISERICORDIA, Centro di spiritualità, Viale Lunigiana 30, 20125 Milano, Italia, que tiene todos los derechos.






“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."