¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
Dice Maria: (Maria Madre y Maestra, Vol. 1) Mis más amados hijos, aquí estoy para dirigir mis palabras a ustedes, las cuales han deseado tanto.
Entre los bautizados que constituyen la Iglesia hay quienes dicen: “Creo en Dios, creo en Jesucristo, pero no creo que ese pan que se le llama Eucaristía sea el Cuerpo del Señor”.
Y, aún no lo digan con palabras, lo dicen con sus hechos, ya que hacen la comunión talvéz una vez al año o quizás nunca, y traen a la comunión su incredulidad, por lo cual resulta que regresan del altar con un pecado adicional.
Luego hay otros que dicen: “Creo en Dios, pero no creo en el Papa ni en los sacerdotes unidos a él.
Bueno, pues, mis hijos, deseo decirles que tanto estos como aquellos son culpables.
Si el Santo Padre se presenta con una conducta humilde y paternal, eso no altera el hecho que los dotes que el Señor ha legado para enriquecer el papado desde Pedro en adelante, son tales que él merece encabezar ese gran organismo que es la Iglesia, el cuerpo místico de Cristo.
Debajo de la vestidura blanca del Pontífice cada cristiano debe ver la presencia de la Palabra de Dios, quien constantemente habla a sus hijos, dirigiéndolos al bien.
Pero vean, hijos, como lo culpan, calumnian, critican y persiguen.
Quieren que él se ponga de acuerdo con todas las falsas teorías que divulga el demonio dondequiera, y quieren crucificarlo exactamente como hicieron con mi divino Hijo.
Si por lo menos fueran sólo los malvados, no fuera tan malo, pero también son los buenos quienes, desviados por el mal camino por falsas teorías, viajan por un falso camino.
Oren por ellos porque, si es doloroso ver Tabernáculos desacrados en algún lugar y los huéspedes consagrados indignados, no menos grave es este sacrilegio que vitupera la persona del Pontífice Quiero darles una enseñanza más, que será muy útil para todos.
Ustedes han sabido como mi Jesús, para poder instituir la Eucaristía, quería que los apóstoles fueran y pidieran un salón bien decorado y limpio, y ellos se prepararon con solemnidad apropiada para tan importante acción Pues, ¿porqué va uno a recibir mi Hijo con tanta negligencia?
Quien sea que crea, que aprenda a expresar su fe, y no sólo con vestidura y actitud, sino también con el recuerdo adecuado para un sacramento tan grande.
Los invito, hijos, a nunca desconectar estos dos pensamientos: la Eucaristía y el Papa.
Son dos cosas sagradas que exigen el máximo respeto de todos. Así como ustedes defenderían su Iglesia y su Tabernáculo, también defiendan al Papa y, escuchando sus enseñanzas, tengan ese respeto religioso tal como cuando se acercan a la Comunión Sean leales a esos dos dones que Dios les ha dado, ya que de su fidelidad dependerá su vida eterna.
La Eucaristía es de hecho la promesa de la vida eterna, pero la barca de Pedro es la única que los encamina a la salvación No vacilen ni a la izquierda o derecha, siempre miren al final y no teman errar, manteniendo la fe en la enseñanza de la cual la Iglesia durante dos mil años ha sido testigo con sus mártires y la serenidad de aquel que es capaz de resistir todas las tormentas y superar todas las dificultades.
Hijos, los bendigo a todos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.”
Maria Madre y Maestra (Ingles)
Los pensamientos, las reflecciones y las meditaciones de estos folletos fueron inspirados por la Santísima Virgen María a Carmela Negri Carabelli. Permiso del CENACOLO DELLA DIVINA MISERICORDIA, Centro di spiritualità, Viale Lunigiana 30, 20125 Milano, Italia, que tiene todos los derechos.







“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."