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La condenación del Padre de la religión satánica

rechazáis la Religión y luego acogéis el satánico culto del Enemigo de Dios.

(CEV) "Los Quadernos 1944", p. 26

Dice el Padre Todopoderoso: "¡Hombre, sigo hablándote a ti' y a todos los que como tú adoran ídolos engañosos!  No hace falta crear un Olimpo como los antiguos paganos para ser idólatras.

No hace falta crear fetiches como las tribus salvajes para ser idólatras.

También vosotros sois idólatras y profesáis la más ignominiosa idolatría, porque adoráis lo que no es verdadero, servís el culto de Satanás, adoráis al Tenebroso por no querer doblegar la cabeza descarriada y el descarriado corazón ante lo que fue la guía y la luz sobrenatural para millones y millones de hombres, aun de esos hombres que se cuentan entre los grandes de la Tierra, que ostentaron la verdadera grandeza del genio y del corazón y que en esa luz y en esa guía sobrenatural hallaron el estímulo para su elevación, el consuelo para su vida y el goce para su eternidad; esos hombres a los que el mundo, a pesar de su continua evolución, sigue admirando mientras añora el no albergar más en sí esa fe que hizo que los grandes fueran tales en la Tierra y más allá de la Tierra.

Vosotros, en quienes la esencia del alma no está nutrida por la Fe verdadera y el conocimiento de las eternas Verdades que son la vida del espíritu; vosotros, que habéis cometido contra vosotros mismos el delito de negar al espíritu, que Dios creó, el conocimiento de la Ley y de la Doctrina proclamadas por Dios; vosotros, que llamáis a la Religión superstición y definís inútiles sus prácticas, os consideráis superiores aun a dichos grandes que, según vosotros, no deben ser absueltos de la culpa de haberse rebajado al mismo nivel de una mujerzuela ignorante, por haber rendido homenaje a la Iglesia y obediencia a la Religión, que no es más que la suma de mi Ley y de la Doctrina de mi Hijo y que, por eso, significa verdadero culto a un Dios verdadero, cuyas manifestaciones son innegables y seguras.

Todas ellas lo son: desde el Sinaí al Calvario, desde el Sepulcro tronchado por una fuerza divina a los milagros que a millares, a lo largo de los siglos, han escrito en el tiempo la gloria de Dios y la verdad de su Existencia, como si fueran palabras hechas de un fuego que no se apaga, de oro fundido que no se empaña.

Rechazáis la Religión de Dios porque no la consideráis digna de vosotros - ¡oh, pseudo superhombres con la mente endemoniada, el corazón corrompido, el espíritu vendido, que sois, también vosotros, ídolos con los pies de creta! -; rechazáis la Religión y luego acogéis el satánico culto del Enemigo de Dios y os convertís en ministros o prosélitos del mismo, tal como enajenados que echan al mar espléndidas joyas y recogen guijarros como si fueran objetos preciosos, o que rechazan alimentos sanos y luego se llenan la boca de inmundicias.

¡Helos aquí a los que critican mi culto; helos aquí a los jueces de mi Iglesia; helos aquí a los acusadores de mis ministros; helos aquí a los censores de mis fieles! Consideran que el culto, la Iglesia, los sacerdotes, los fieles, son temas de burla y medio de envilecimiento.

Mas luego ellos, los que dicen que el hombre no tiene necesidad de practicar un culto, que no tiene necesidad de los sacerdotes, que no tiene necesidad de ceremonias para comunicar con Dios, se crean un culto propio: tenebroso, oculto, sobrecargado de un ceremonial secreto, respecto al cual el ceremonial evidente, solar, de mi culto es como nada.

Y hay ministros de este culto: son hombres corruptos y descarriados como ellos y más que ellos, en quienes tienen fe ciega y, por eso, toman los histrionismos de estos poseídos de Satanás por palabras y manifestaciones de Dios.

Hay prosélitos de esta obscena parodia del culto, de este sacrílego embuste; ¡y hay que ver qué observantes son!

Helos, helos aquí los que en lugar del Dios santo, del Salvador eterno, entronizan la Entidad y las entidades infernales y ante ellas doblan hasta los suelos su cerviz y sus espaldas, que consideran indigno de un hombre doblar ante un verdadero altar en el que triunfa mi Gloria, resplandece la Misericordia de mi Hijo, fluye el vivificante Amor del Espíritu, y la Vida y la Gracia surgen de un Tabernáculo y de un Confesionario no porque un hombre - materialmente semejante a vosotros pero depositario de un poder divino por obra del Sacerdocio - os da una pequeña forma de pan ácimo y pronuncia una fórmula hecha de palabras humanas, sino porque esa pequeña forma de pan es mi Hijo, vivo y verdadero como está en el Cielo a mi diestra con su Cuerpo y su Sangre, con su Alma y su Divinidad, y esas palabras hacen caer como lluvia su Sangre (que se duele de haber derramado por tantos de vosotros, que sacrílegamente le despreciáis), como caía desde lo alto de su Cruz, esa Cruz en la que mi corazón le clavó por amor hacia vosotros. ¡Oh, pseudo superhombres hechos de pútrido fango que ninguna luz ennoblece!, ¿es que no pensáis en vuestra incongruencia?

Rechazáis a Dios y adoráis los ídolos de un culto obsceno y demoníaco.

Afirmáis que veneráis a Cristo y que creéis en Él y luego huís de su Iglesia Católica, Apostólica, Romana; claváis una cruz allí adonde llamáis al Enemigo de la Cruz y del santo Crucificado.

Es como si escupiérais sobre esa Cruz el vómito de vuestras entrañas. ¿Qué grandeza veis en vuestros grotescos sacerdotes? En el numeroso grupo de los míos, hay muchos a quienes es necesario amonestar.

Pero, ¿y los vuestros? ¿Cuál de ellos es "santo"? Los mejores son lujuriosos, viciosos, embusteros, soberbios; los peores, delincuentes y despiadados. Mas entre vosotros no hay nada mejor. Ni podría haberlo, pues si fueran honestos, castos, sinceros, avergonzados, humildes, serían "santos", es decir, hijos de Dios, y Satanás no podría poseerles para descarriarles o para descarriaros a través de ellos.

Después de que por tantos años se han proclamado como "instrumentos" en manos de Dios, ¿acaso han mejorado su índole? No.

Han quedado tal y cual, aunque en verdad no han empeorado. Mas, ¿es que no sabéis que el contacto de Dios es una continua metamorfosis que convierte a un hombre en un ángel? ¿Qué buen consejo, confirmado luego por los hechos, os han dado? Ninguno.

Sobre el mismo tema, dicen una cosa al uno y otra diferente al otro porque son títeres en manos de Satanás y porque Yo, Yo, que soy el Poder supremo, confundo sus oscuras ideas con el fulgor insostenible de mi Luz, que no pueden soportar.

Esa Luz es solamente goce y guía para mis hijos que, llevándola en el corazón, penetran en el futuro, no por el propio poder sino gracias al que ella les confiere.

Así ven con los ojos del espíritu y oyen con el oído del espíritu el secreto de Dios, el futuro del hombre, y en mi Nombre pronuncian lo que el Espíritu pone en sus labios, purificados por el amor y santificados por el dolor.

¡Oh, adivinos, astrólogos, sabios y doctores del satanismo, que mi Hijo condena y que Yo condeno doblemente, triplemente, porque vuestra religión satánica - que no es más que satanismo, aunque se oculta bajo nombres pomposos - es un pecado contra Mí, Señor del Cielo y de la Tierra ante el cual no existe otro Dios, es una ofensa hacia el Hijo, Salvador del hombre que Satanás arruinó, es una ofensa hacia el Espíritu Santo porque niega la Verdad conocida!, sabed que Yo convierto en necedad vuestra ciencia y preparo un inexorable futuro eterno para vosotros, los que habéis preferido como reino el Infierno en lugar del Cielo, los que habéis preferido como pontífice, rey y padre a Satanás en lugar de Dios»".

 

Maria Valtorta: Los cuadernos. 1943; 1944; 1945

Maria Valtorta: Los Quadernos 1943
Maria Valtorta: Los Quadernos 1944
Maria Valtorta: Los Quadernos 1945
Maria ValtortaLos Cuadernos recogen escritos sobre temas ascéticos, bíblicos, doctrinales, de crónica autobiográfica, además de descripciones de escenas evangélicas y de martirios de primeros cristianos.

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